N.
Hace poco hubo maniobras. La tropa plegó velas y firmó testamentos. Un día prometo hablar de aquello, pero hasta entonces, sólo contaré una parte del viaje a Ítaca... La parte en la que me encontré con alguien que todos conocéis, tal vez bajo distintos nombres y lugares.
No hubo muchas palabras, al menos al principio. Era de noche y la calle estaba llena de gente.
Sujetaba, impertérrita, un cubata, que bebía con desgana y hasta casi hastío, como preguntándole, a cada trago, de dónde venimos, quiénes somos, por qué estamos aquí... y al ver que no obtenía las respuestas necesarias, miró en mi dirección.
Lo primero que vi fueron unos ojos fieros, bañados en un azul añilado que recordaban a los claros de cielo durante una tormenta de verano. Describir el resto, a priori, era difícil, hasta ese punto aquellos ojos eran absorbentes. Su cuerpo era una carretera sinuosa llena de curvas gráciles que amenazaban constantemente con echarte al precipicio. Reina de la lujuria, esclava de su propia naturaleza.
Sus gestos recreaban un metrónomo en sincronía, sus palabras tenían el volumen adecuado para verte forzado a acercar el cuello a su boca. Al parecer, en una batalla con la noche, el pantalón se le había roto, desde el tobillo hasta mitad del muslo, mostrando una pierna firme, que más parecía una autopista.
Besaba como si cada beso fuera el último que pudiese dar. Aquello fue lo que me maravilló; era consciente de la caducidad del tiempo, de la importancia verdadera del aquí y del ahora. No esas gilipolleces del “carpe diem”, que se escriben a los quince años en las paredes, si no la certeza absoluta del “somos polvo”, lo cual la impulsaba a ser natural, sincera, plena... eso es lo que hace grande a una mujer, y más a una mujer que apenas conoces.
Sin equivocaciones, sin falsas promesas, sin realidades marginales, con risas, ganas e ingenio, acabamos en la cama, y el tiempo se detuvo. El alcohol y las prisas se quedaron en la puerta, sobre las sábanas sólo hubo paz y magia. Parecía que nos conocíamos desde hace siglos, y, ahora, me planteo que tal vez fuera así, el qué y el cuándo estaban trillados. Es maravilloso compartir deseo con alguien a quien tus instintos conocen mejor que tu mismo.
Hubo palabras cruzadas, Sabina y Perseo, aves de paso dentro de laberintos imposibles, sin minotauros que dieran por el culo, todo hay que decirlo. Y eso es lo que engancha. Conversaciones inimaginables sobre si el río es siempre el mismo, pese a que el agua cambie cada pocos segundos. Conciertos de The Boss. Cuadros con Arcos. Pañuelos anudados. Agua fría... Sinceridad.
Y todo envuelto en un cuerpo, cáscara caduca de carne y hueso, que, dejándome de adjetivos rimbombantes, quitaba el hipo. Y todo sujeto por una cabeza, gruta insondable del pasado, que, volviendo a la rimbombancia, hacía que te olvidaras de su cuerpo.
Fueron cuarenta y ocho horas que se alargaron tanto que, todavía hoy, de noche, cuando soy yo quien tiene el cubata en la mano, y le miro, preguntándole, a cada trago, de dónde venimos, quiénes somos, por qué estamos aquí... al ver que el jodido calla, alzo la vista al infinito, y aún me parece verte.
Cuídese, señorita, allí donde esté. Que las risas siempre sean sinceras, y las lágrimas no tengan cabida, busque, señorita, el equilibrio que dijo no encontrar y aférrese a él. Suerte.
Salud ;)
Le mando saludos afectuosísimos. Esta vez, desde el sur de Corea.
Cuidese señor.
Estoy paseándome por caminoacasa, y literalmente, muriendo de envidia.
Bilbao, Burdeos, Nantes, Paris, Lille, Bruselas, Amberes, Amsterdam, Groningen, Bremen, Hamburgo, Berlin, Poznan, Varsovia, Cracovia, Lviv, Kiev, Moscu, Ekaterinburg, Novosibirsk, Irkutsk, Isla de Sakhalin, Kitami, Sapporo, Hakodate, Aomori, Kamo Aosa, Murakami, Tokorozawa, Tokio, Funabashi, Nagoya, Fukui, Kyoto, Mitoya, Fukuoka, Busan, Yeosu, Gwanju, Daegu, Inje y Seul.
Increible, compañero, sigue así.
Yo también acabé una frase y la frase
naufragó en un interrogante. Me duele , no quisiera entenderme.
Quizá podamos desenvolver las iniciales N., FLOR DE LOTO y hacer un guiño al personal que nos mima los días de borrachera. Pero jamás nos pertenecerán esos puntos sin una definición clara. El cubata fijando su ciclo en nuestra vanidad.
Noctambular sólo quería decirte que me encantó tu blog y que me encantaría seguir leyéndote, tu intimidad rebosaba fuerza y apasionamiento.
Al fin y al cabo en la última fila siempre hubo restos de humedad y trozos de tela, nunca palomitas o gotas de hielo
Pau, tengo la sensacion que esa N bien podria haber sido un numero.
Tíos! Qué pretendéis?!
PD: La nota de exaltación en las frases anteriores, nacida de un amor infinito hacia los dos, se dice con en voz alta y gesticulando con las manos. O, al menos, eso dice el guión.
Me lo quedo.
Besos a cambiar por lo que quieras.
Sole. (amores)