La Última Fila
FORO! Las notitas de clase
27 noviembre 2007
 
Finales.


Tirado en el sofá, sin prestarle antención al entorno, fijo la vista en el cielo y cuento las estrellas. Sólo veo cinco puntos en lo alto del cielo, y uno de ellos debe ser un avión, porque se mueve más rápido que mi futuro, pero más lento que mi pasado.

Tal vez no sea un avión, tal vez sea el eco de aluga promesa de amor, que un día tuvo forma, y al quedar caduca se ve arrastrada, entre otras estrellas, a vivir sin rumbo, abandonada, junto a otras como ella, pero distinta, con la sabiduría que le dan las lágrimas.

Tal vez esa estrella, o ese avión, o esa promesa, aprendió que, por poco que le guste, está sola, ejerciendo su rol, dejando que un tipo como yo la observe a kilómetros, alejándose, sin dar explicaciones. Sin decirme si es un avión o un ente prendido en el tapiz del firmamento.

Tal vez eso, que espero, con toda la fuerza que a estas horas me confiere mi alma, que sea una estrella, se va buscando a otra como ella, con esa firme esperanza, fruto del desconsuelo, de encontrar su gemela.

Tal vez esa estrella (llegados a estos extremos tengo certeza de que se trata de una estrella) dejó de verse durante años desde mi ventana porque la tapaba una estrella mayor, una con la que se sentía a salvo, segura, eterna, protegida.

Tal vez esa estrella mayor, la que la ocultaba a nuestra vista, un día se marchó, haciendo que mi estrella no se sintira nunca más
a salvo, segura, eterna, protegida. Seguramente sea por eso por lo que mi estrella se aleja, buscando un parapeto que la evada de la cruel realidad de los que la miran.

Tal vez mi estrella recorra centímetros de ese trozo negro que, de forma ingénua y maldita, llamamos "cielo". La imagino huyendo, en vaqueros, camiseta, y zapatillas victoria, buscando unos labios que le den calor en una noche tan fría como esta.

Tal vez deje de ver a mi estrella dentro de un rato porque haya encontrado el puerto en el que atracar hoy. Sintiendose
a medio a salvo, casi segura, jodidamente eterna y protegida de alquiler. Como una puta con un chulo de dos metros.

Tal vez opte por el camino fácil. Es posible que mi estrella esté hasta los cojones de sus noches y decida implosionar, arrastrando con ella los satélites de la Fox que, probablemente, la rodean.
En ese caso jamás volveré a ver cinco puntos en lo alto del cielo, ni Padre de Familia.

Tal vez esté quivocado, y sólo sea un avión.

Acaba un día y da paso a otro. Un día más, un día menos. Sueños que se acaban dejándonos húerfanos de ilusiones. Cosas de la vida, me dicen.

19 noviembre 2007
 
Marketing.


Somos lo que hemos vivido. Empirismo en vena. Yo, para bien o para mal, fui educado, como tantos otros, en un colegio de curas, desde los seis a los dieciocho. La herencia aprendida supera, de muy largo, lo que os quiero contar aquí, así que trataré de ceñirme a los hechos para no aburriros con berborrea innecesaria. Aprendí algún que otro latinejo, los afluentes del Miño, que el futbol no me gustaba, a hablar en público, que el Espíritu Santo es un programa de Matrix para los idiomas, y ciertos valores que ya no están de moda, por ejemplo, la diferencia entre la verdad y la mentira...

El mundo es de colores, y, hoy por hoy, a quien llama al blanco, blanco, y al negro, negro, le tachan de gilipollas. Bueno, ahí no entro, el mundo puede ser de colores, pero el Corte Inglés, y alguna novia pretenciosa, han ampliado el universo de los 16 a los 32 bites. Ahora si algo es parecido al rojo y al rosa, se le llama fusxia y todos tan contentos. Personalmente lo considero una idiotez, pero la conciencia de quien se quiera dejar guiar por el Corte Inglés y las novias pretenciosas es cosa de cada cual, y a mi me importa un carajo.

Junto con la ampliación coromática, se ha puesto de moda, y tal vez orquestado por los mismos autores, meternos por el culo los 32 bites de la veracidad. Uno por uno, los treita y dos. Los cobardes están de fiesta todo el año.


"Yo no miento, digo siempre verdades, otra cosa es cómo las diga, o si opto por censurar alguna."

"Yo no miento, digo siempre verdades, otra cosa es cómo las diga, o si opto por censurar alguna."

"Yo no miento, digo siempre verdades, otra cosa es cómo las diga, o si opto por censurar alguna."

No, no se le ha ido la pinza ni al blog, ni al abajo firmante. Lo he repetido, palabra por palabra, tres veces. Hay un por qué. Lo he repetido tres veces porque quiero que, antes de seguir leyendo, busquéis en vuestra Memory Card esa frase dicha en boca de algún conocido.

"Yo no miento, digo siempre verdades, otra cosa es cómo las diga, o si opto por censurar alguna."

Ponedle cara.

"Yo no miento, digo siempre verdades, otra cosa es cómo las diga, o si opto por censurar alguna."

Ponerde situación.

"Yo no miento, digo siempre verdades, otra cosa es cómo las diga, o si opto por censurar alguna."

Haced un último esfuerzo por mí.

"Yo no miento, digo siempre verdades, otra cosa es cómo las diga, o si opto por censurar alguna."

Intentad recordar lo que en aquél momento pensasteis.

"Yo no miento, digo siempre verdades, otra cosa es cómo las diga, o si opto por censurar alguna."

Ya? Gracias. Sigo.

Os voy a contar un secreto, las veces que he oído eso he pensado: Joder, que inteligente, ese debe ser el secreto para triunfar en la vida. Ser capaz de tener la picardía suficiente como para filtrar la información de forma que siempre salgas beneficiado. Es el gran secreto del universo abierto frente a mí.

No se si alguna vez habéis grabado un CD de música, con distintos grupos y distintas canciones, y oído ese CD centenas de veces ininterrupidas. Sucede algo curiosísimo. Cuando una canción acaba, conoces perfectamente cúal es la siguiente, y la empiezas a paladear antes de oirla. La tarareas, y recuerdas su letra antes del primer acorde. Bien, lo curioso es que si algún día, en algún bar, en la radio, o en la consulta del oftalmólogo, suena una de las canciones que grabaste en el CD, te emocionas, la cantas, y, al acabar,
empiezas a paladear la canción que "toca", pero... tachán!... llega un idiota y te pincha a Shakira cantando "La tortura". Y en ese instante algo te patina en la cabeza y piensas algo así como "No coño! ahora tocaba "Sara", de Dylan". Espero que sepáis a lo que me refiero, porque la situación es indescriptible de otro modo al que, más mal que bien, he narradao. A ese patinar de neuronas, a esa sensación de que algo no encaja, que algo está fuera de su sitio, le llamo "Síndrome Nananá".

Algo parecido al "Síndrome Nananá" he experimentado cada una de las veces que he pensado en el gran secreto del Universo. Algo falla. Algo no encaja. Falta claridad, y es que hay demasiado lubricante.

"Yo no miento, digo siempre verdades, otra cosa es cómo las diga, o si opto por censurar alguna."

Os acordáis aún de la cara y la situación que le habíais puesto a la frase de los cojones? Bueno, pues para que esa persona pueda dormir a pierna suelta, para que su alma no se emponzoñe con la ruindad de su forma de ser, para que no se muera de verguenza al mirarse en el espejo... nos han hecho creer en que la veracidad es como los colores, que se puede ser sincero en 32 bites. Que no pasa nada por ocultar un nombre, cambiar una fecha, u olvidar un número.

Que decir que algo no funciona, sin contar que se te ha caido al suelo, porque no te lo preguntan, no es malo. Que decir no tengo dinero, es lo mismo que decir no tengo dinero suelto. Que cuando algo es rojo, pero tiene una pequeña mancha rosa, podemos decir que es fusxia y no pasa nada de nada. Todo ésto son cosas que hacen quienes no mienten, quienes siempre dicen verdades, pero que deciden cómo contarlas, o cuáles censurar...

Esa gente es cobarde. Son el cáncer del bien común. No merecen ni desprecio. Pero eso no es lo peor, que la gente oculte, disimule, escaquee, distorsione o fantasee es algo a lo que los muy hijos de puta nos tienen acostumbrados. Lo que les hace abominables, lo que hace que merezcan la peor de las suertes por derecho propio, lo que hace que se active el "Síndrome Nananá" es que lo hacen porque se creen mejores que el resto de los pobres miserables que habitan con ellos.

Hay gente lista y gente tonta, o, al menos, gente más lista y gente más tonta que otra. Bien, yo no soy muy listo, ni muy tonto, digamos que estoy en la media. Vale. Eso me hace pensar que hay gente más lista que yo, y gente más tonta. Pero me niego a pensar que la gente más lista de todos son quienes se han inventado que se puede ser sincero a 32 bites. Esa carroña piensa que son la élite de la inteligencia humana y que, como tales, pueden ser jueces del resto del mundo, familia, amigos, parejas, mascotas, periodistas... les da igual a quien les pongas por delante. Seguirán diciendo la verdad, sin mentir jamás; sólo decidiendo el cómo y el cuánto de sinceros han de ser.

Vosotros, a los que quien lea esto ha debido de poner cara, sobráis. Si tan inteligentes y sinceros sois, tratad, por una puta vez en vuestra cochina vida, de tirar de la manta. Salid a la calle y decid a vuestra familia, a vuestros amigos, a vuestras parejas, a vuestras mascotas, y a los periodistas que conocéis, el "cómo" y el "cuánto" de vuestras verdades. Dejad que esa gente decida por ellos mismos qué sois.
Aquí el blanco es blanco, y el negro es negro, y si sois vosotros, miserables, quienes me tacháis de gilipollas, me sentiré dichoso.

Decía Alejando Dumas que el hombre no roba, conquista. Vosotros, innombrables, habéis robado todas las almas de las personas que os rodean, pero no habéis conquistado jamás ninguna. Nunca entenderéis que no hay fusxia en la verdad.

06 noviembre 2007
 
Espadas.

Voy a hacer algo que no he hecho nunca, y probablemente no volveré a hacer, pero, como decía aquél, mi blog es mío, y me lo follo cuando quiera. La jugada va de colgar un texto escrito por otro. El otro tiene nombre, vicios y virtudes. A decir verdad sus vicios son pocos comparados con sus virtudes, pero no estamos aquí para chuparnos las pollas, así que paso de soltar el rollo poniéndole por las nubes, porque ni es el sitio, ni el momento, además, él ya se deleita con sus vicios y disimula sus virtudes, que es todo lo que yo le pido a alguien para que sea mi primera espada.

He pensado en dar su nombre, pero no soy dado a tales excesos. Los nombres propios son algo que no elegimos, es algo que nos viene dado, como el tamaño de nuestro pene, lo que importa es lo que hacemos con él. De todos modos, y por esa puta manía que tiene la gente de usar nomenclaturas, llamémosle Sr. Tu-tu-pá.

Como nota al pie, y por aquello de chuparnos un poco las pollas, que siempre le quita a uno el hambre, diré que el Sr. Tu-tu-pá es la persona más leal que he conocido nunca, y, tal y como está el mundo, creo que eso es lo más bonito que le he dicho a alguien a quien no pretendiera follarme. Chaval, va por tí.

Enamorado de la sultana.

Estaba el rey observando desde lo alto de una ventana de su palacio a la sultana. La sultana absorbía todo con su presencia, la miraba con los ojos bien abiertos para no perderse ninguno de sus movimientos. La sultana era muy hermosa, su piel era dorada y su cuerpo la más pura expresión del concepto de belleza clásica; el pelo, largo y castaño, muy limpio y muy sedoso volaba como a cámara lenta para la recreación de la galería. Sus ojos, del color de las castañas, miraron al sultán un segundo, el sultán en ese momento se sentía poderoso, lleno, completo, el hombre mas feliz y orgulloso sobre toda su tierra y todo lo demás no le importaba mucho que le perteneciera o no.

La sultana era puro sexo, era la personificación del sexo y por ella cualquier rey perdería su reino sin dudarlo. La verdad es que la sultana necesitaba desfogarse con toda la corte del sultán y parte del reino, el hijo del herrero, del panadero, del pastor y creo que algún que otro artista de la época que la había pintado, y eso. En cuanto al tema homosexual, pues bueno, dentro de un aren pues no es de extrañar que también entre ellas hubiera habido algún roce. Le daba a todo!

El sultán lo sabía, y, por un momento, le vino a la cabeza, y el mismo rey poderoso ahora era muy pequeño, muy vulnerable, como si su corazón y su alma estallasen, como cuando golpea el mar contra la tierra o como cuando estalla un edificio en derribo. No derramó ninguna lagrima, podía soportarlo no porque no quisiera a la sultana, si no porque tenia claro que él no podía complacerla a todas horas, todo el día, cada día. Era consciente que no existía el concepto de fidelidad con ese cuerpo.

Como el sultán, yo te observo desde mi pequeña venta de 17” de tft , lleno , completo, absorto, atónito, excitado, feliz de saber que has sido, o serás, mía, y aún sabiendo que necesitas de otros hombres, por lo que sea, me derrumbo y me muero. A diferencia del sultán mi reino no vale nada pero no puedo renunciar a él, aún así no se si valdría la pena, lo que si se es que como la sultana que eres me haces sentir todo eso, no es malo y no es bueno pero me haces sentirme vivo, ilusionado o desilusionado, me aleja de las desavenencias de mi reino y me pone en contacto directo con mi naturaleza.




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