La Última Fila
FORO! Las notitas de clase
27 julio 2006
 
Neblistago.

Nunca había subido al Himalaya. Nunca había actuado para un público. Nunca había conducido una moto a 220 km/h. En cambio descubrió lo que se siente al poner la bandera en el pico más alto, conoció la sensación de centenas de personas aclamándole, sintió el viento hacíendole llorar los ojos... Le ganó por la mano al destino, al pasado y al futuro, y todo eso lo hizo en apenas veinte segundos, justo después de escalar, a base de besos, toda la espalda de Ella.

Apareció un día en su casa. De golpe y sin avisar. Volví a tirar la moneda al aire, y, cuando cayó en mi mano, antes de ver el resultado la lanzé tan lejos como pude. Se lo dijo así, o tal vez no, tal vez le dijo otra cosa. Te echaba de menos. Tengo ganas de pegar un polvo. Me dejé aquí mi lapiz de labios... Fuese lo que fuese lo que le dijo Él lo entendió como a mí me lo contó, que es como yo os lo escribo.

Las cosas corrieron, corrieron engarzándose unas a otras, cosiendo a retales una historia bipolar, cruzando fronteras que ellos imponian, saltando, como salta el caballo en el tablero, siempre en diagonal, nuna recto... Un beso llamaba a otro beso, un abrazo invocaba un suspiro, una caricia escarpaba sus almas, una palabra, un susurro, una mirada, todo ponía a rodar una noria enorme, una noria que sólo les llevaba a ellos, una noria que jamás acababa en el punto de partida.

Encontaron la pasión, la saborearon, paladearon, masticaron, rumiaron, devoraron e ingirieron. Se tragaron, se empaparon, arremetieron el uno contra el otro hasta el agotamiento y, justo entonces, justo cuando parecía que no podían más, volvieron a mirarse.

Los días dejaron de pasar, las noches no eran noches, eran encuentros; el arcoiris estalló en pedazos cegando, dañando, asesinando, al blanco y al negro, el gris fue más listo y salió cagando ostias, a refugiarse detrás de una esquina. Me faltan palabras para contaros lo que pensaban.

Se dejaron de gilipolleces, tanto el Soma como las Monedas podían ir, los dos juntitos, a darse por el culo. Ya nada iba con ellos, sus fronteras quedaban limitadas por el alcanze de sus brazos, lo que había fuera no interesaba. Para qué? El "uno" ya no llevaba al "dos", ni el "dos" al "tres", al orden lo acribillaron, dejando que se desangrara en un callejón.

Estaban por encima de todas las historias que os hayan contado, por encima de todos los Romeos, y de cualquier Julieta, estaban a años luz de aquello que se etiquetó como "amor", no lo superaban, simplemente no lo entendían, nunca supieron si estaban a años luz por la izquierda o por la derecha, por arriba o por abajo; todo aquello, el izquierda derecha, arriba y abajo, el orden, los colores, las leyes, las normas, la lógica... todo aquello sobraba cuando estaban juntos y apagaban el despertador.

18 julio 2006
 
Medios.

Era el típico personaje que nunca sale en los libros. No sale a causa de su mediocridad. Ningún escritor casposo creaba un personaje así. Inseguro, débil, enfermizo... incluso meaba sentado por miedo a manchar la taza.

Lo conocí por error, le confundí, en el supermercado, con un reponedor.

- Perdona, sabes dónde está la sal?
- Esto... verás no trabajo aquí, pero... creo... creo que está en el segundo o tercer pasillo, a la izquierda, al lado de las gominolas.

Todavía recuerdo lo primero que pensé. Un chico que ronda la treintena y sabe dónde están las gominolas, curioso. Localizé la sal y me fuí del supermercado, en casa me esperaba Patricia, con una ensalada sin sal. No volví a pensar en el muchacho de las gominolas.

Trece días después estaba en una papelería, peleándome con un fax público, el móvil que había colgado de la puerta hizo ruido. Tirurí, tirurá. Me giré pensando que cualquier distración, y más si la distracción era rubia y con tacones, me abstraería por unos segundos del puto fax. Era él. No tenía ni la más menor idea de su nombre, pero, aún así, le bautizé. Felipe.

Felipe pidió una caja de treinta y seis rotuladores de colores, papel de calco y dos gomas de borrar. En la mano tenía una bolsa trasparente repleta de gominolas. Sonreí. Miró hacia donde yo estaba y, debió reconocerme, dijo hola. Yo todavía estaba con mi sonrisa en la cara y mi "hola" de respuesta sonó más a mofa que a otra cosa. No lo pretendía.

A lo largo de los meses mi vida se precipitó, como un camión Pegaso de doce metros, en una cuesta y sin frenos. Patricia me mandó a la mierda, no me entendía, no aguntaba cosas que para mi eran estúpidas, por ejemplo, que jamás hubiera sal en mi casa. Suspendí las oposiciones; un año más, un año menos. Mi hermano mayor trajo al mundo a otro crio, eso hizo que mi madre empezara a repetirme por teléfono que qué estaba haciendo yo con mi vida. Buena pregunta. Jodida vieja.

A Felipe le volví a ver en dos o tres ocasiones, por el barrio. A veces saludaba, otras no, pero él siempre bajaba la cabeza inmediatamente después de hacerlo.

Hoy hace seis días que bajé a comprar porno al kiosco que hay a una manzana de mi casa, compré la Private y dos paquetes de tabaco; de vuelta al piso, y con mis dos vicios dentro de una bolsa opaca, oí un ruido terrible...

Me he despertado hoy, entubado, en un hospital universitario, con mi madre, Patricia y mi hermano, a mi lado, no tenía ni puta idea de qué había pasado, pero la situación era tan cómica que he tratado de reir. La espalda me ha dolido horrores. Al parecer, hace seis días, mientras yo volvía a mi piso con una bolsa opaca, desde un decimo tercer piso, un tío me pegó un tiro, a mi y a tres personas más, así de primeras y sin venir a cuento. Pum, pum, pum. Tengo un pulmón perforado de lado a lado, por eso no me he podido reir. Dos de las otras tres personas han tenido peor suerte. Diana, diez redondo, y al hoyo.

Todo esto me lo ha contado mi madre, entre sollozos, muchos "amenes" y "gracias a Dios", sonrisas nerviosas y tembleque de manos... no podeís haceros una idea de lo patético que ha resultado. Mi hermano ha sido más conciso. Un loco, del barrio, le pegó la neura y, con su único traje de bodas, bautizos y comuniones, se lió a tiros con todo bicho viviente. Has tenido suerte, hermanito. Suerte? Los cojones.

Me pasan el periodico ha hace tres o cuatro días, y, efectivamente, como todos sabemos, ahí está, Felipe. Resulta que se llama Jorge Delacueva. Yo se que le gusta dibujar y comer golosinas, el resto de la ciudad piensa que es un desgraciado con trastornos mentales.

Ha logrado salir del anonimato, de la mediocridad, de lo gris de la vida... ahora, es posible, que algún escritor casposo se fijé en Felipe, perdón, en Jorge... yo, en cambio, he de dejar de fumar y estoy en la lista de espera de un trasplante de orgáno, pero, no se por que estraña razón, sonrío... ah! además he aperendido dónde está la sal en el supermercado.

16 julio 2006
 
Jazz.

Tiró una moneda al aire. Llevaba siglos haciéndolo así. Le daba pánico pensar que sus acciones fueran, en mayor o menor medida determinadas por algo o alguien, era su escudo contra la incertidumbre... cuando no tenía monedas a mano jugaba con las cosas cercanas, las cosas que estando, son invisibles, "si las rayas del próximo paso de cebra que cruze son pares..." o "si encesto esta bola de papel en la papelera..." o, mi favorita, "si al mirar el reloj los segundos son pares..."

La conocí en un escondite, perdida, olvidada, se llamaba, digamos que, Francesca, era italiana. Tenía esos ojos que sólo una de cada cien mujeres tiene, esos ojos malditos, claros, creo... Ojos que trasmiten historias del pasado; contaban batallas de otras épocas, pero era jodidamente dificil saber si se trataban de historias de hace años o de hace semanas... Supongo que las heridas que llevamos ocultas nunca cicartizan del todo.

Estaba sola rodeada de gente, como llas estrellas que puedes ver de noche, solas, rodeadas de otras idénticas a ellas... Hace ya años de todo aquello y aún lo recuerdo como si hubiera sido anoche.

La moneda, la de la primera línea, acabó mostrándole cruz. Maldijo. Maldije. Maldigo. Aún así respeté, respeto, su decisión. Me he de marchar. Suerte. Adios.

Hace apenas media hora que se ha ido de casa, se que no volverá nunca, a mi me quedan los recuerdos, sus libros, un Hula-Hop y una Comba; a ella... bueno, a ella no se qué le queda, ni siquiera puedo tener esperanzas en que le quede algo, ya que, aprendimos juntos, que las esperanzas son estupideces de quinceañeros.

Es tarde, mañana trabajo y se que no podré dormir, guardo, guardábamos, en el primer cajón de la cómoda, junto a sus tangas y a mis calzoncillos (ahora sólo hay calzoncillos), toda la Soma que no nos habíamos metido en estos últimos meses... acabo de encontarla, hay casi treinta gramos. Si me la metiera de golpe, posiblemente, acabaría muerto, pero eso es una sandez.

Así que aquí me veis, deceas de dosis de Soma, sin saber si metérmela, o no. Sólo. Recordando... Creo que voy a ir a buscar una moneda, si sale cruz usaré la Soma, si sale cara... bueno, qué más da si sale cara? Nunca sale cara...

04 julio 2006
 
Poderes.

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Sí, es de Spiderman. Creo que la primera vez que leí esa frase tenía diez años, lo leí en un comic de Marvel. Lo leí como quien lee un anuncio de periodico, sin prestarle atención, más centrado en los dibujos de las páginas que en esas letras enanas que forman la literatura de comic...

No se por qué no olvidé nunca la frase. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Muy filosófica, no? en plan "camina o revienta", pero dicho de otro modo, más Zen. El caso es que es aplicable, y posiblemente por cada año de vida sea más aplicable, por eso a los diez años pasó inadvertida, por eso hoy me ha venido a la cabeza. Putas interconexiones neuronales.

Peter Parker mantuvo relaciones zoofilícas con una araña y eso hizo que se subiera por las paredes, literalmente, sí. Total que se vistió de payaso cirquense y se dedicó a hacer ganchillo a lo bruto para, así, colgar a los malos de las farolas. Un gran poder. Una gran responsabilidad.

Yo sólo me subo por las paredes muy de vez en cuando y no siempre de modo literal... y de lo de hacer ganchillo, la verdad, es que nada... tampoco voy por ahí crucificando a los malos, eso se lo dejo a los poseedores de la verdad absoluta; yo, simplemente paso por mi vida, tocando, tangencialmente, la vida de la gente que así me lo permite, al resto, puerta.

No tengo poderes. Bueno, sí, se hacer desaparecer una modena detrás de la oreja de alguien, y, vale, también se hacer sonreir a quien me deja... no son grandes poderes, a decir verdad, son, más bien, gilipolleces, pero, señores, al fin y al cabo son mis gilipoderes, y, por tanto, tienen sus responsabilidades.

Uno de los poderes que todos nosotros tenemos, y, posiblemente, sea un poder acojonante, es el poder de la elección. Tú decides. Tú decides cómo vivir. Tú decides qué y cómo hacer las cosas. Tú decides dónde ir, con quien hablar, a quien disfrutar y a quíen mandar a tomar por el culo. Ese sí que es un gran poder, es, para qué engañarnos, un poder que te cagas... los hay que lo usan más y quien no lo usa... Los hay que se pasan la vida a remolque de otros. Pobrecillos.

El caso es que, este super poder, tiene unas implicaciones acojonates, tiene grandes responsabilidades, responsabilidades que, a veces, ni imaginamos, y con las que nos acabamos empotrando de morros... qué hacemos con ellas? cómo afrontas una responsabilidad? Bueno, la respuesta depende de cada uno. Yo, personalmente, me baso en que la vida es empírica (no me cansaré de repetirlo). Y me funciona.

He aprendido que optar por "a" acabará implicándome "b", pero, en su día descubrí que "b" es algo que puedo controlar, manejar, y superar, así que "a" acaba teniendo un coste muy bajo. Es más triste que siemple (o era más simple que triste? que debate!), pero de eso va echarle cojones a las cosas.

De vez en cuando te topas con algo que no sabes que consecuencias puede tener, o mejor dicho, sólo puedes suponerlas... en ese caso suelo ser pesimista, me preparo para lo peor, la razón es, simplemente, que, si ocurre lo contrario, me llevo una alegria. La putada es que pocas veces me he llevado esas alegrias... cosas que pasan.

Bueno, eso, ánimo con vuestros poderes, con vuestras responsabilidades y ojito con las telarañas.

Si esto no os vale, podeis pensar tambíén en otra gran máxima del mundo de los superpoderes. Uniacmente cuando se pierde todo somos libres para actuar.


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