La Última Fila
FORO! Las notitas de clase
30 junio 2006
 
Horas.

Los días se alargan, las noches se acortan. Parece que mi vida se habitue al horario de verano. Cada día paso más horas despierto para pasar menos horas dormido, cada día vivo más para soñar menos.

Ayer tocó techo el cuento, tenía, a las once de la noche, un trabajo por hacer, que debía presentar hoy... a las once y media me llamó un amigo, "te jodes unas birras?", es un tío peculiar, un par de horas después, y con casi dos litros de cerveza entre pecho y espalda, empecé a preguntarme por qué estaba en su casa, en su sofa y con su cerveza en vez de en la mia, en mi silla y con mi trabajo...

La respuesta es tan simple que se vuelve inconexa. Estaba allí por no estar aquí. La mecánica me aburre, y el aburrimiento me hace ensoñar, y la ensoñación tiene nombre propio, nombre femenino... hacer el trabajo de marras era algo mecánico, por eso lo dejé "para luego".

Es lícito (qué, me gusta la palabrita, pese a que la odies) huir de una responsabilidad para no caer en un juego del que sólo te salva Perseo? Es lícito tratar de matar al Minotauro sólo con una cuchilla de afeitar? Ocupar el tiempo en algo, sirve para distraer la vida en otra cosa?

Me está saliendo demasiado introspectiva la charla de hoy, es más, creo que aún no he dicho ni un solo taco... por qué? por qué escribo un maremagnum de frases inacabadas con sentidos bipolarizados? por qué parece que me haya metido un palo por el culo (culo no es un taco) antes de ponerme a teclear?

Anoche le contaba a una amiga que los principes azules, los cuento de hadas, el final feliz y las perdices son mamarrachadas propias de niños chicos... y si eso es así, por qué ostias (o soltaba un taco o empezabais a pensar que estaba para el encierro, a que si?) he decidido vivir más para soñar menos?

Demasiadas preguntas, demasiados cabos sin atar, sobra tela, falta cuento, labios mudos... y yo mientras amariconandome por momentos. Mañana prometo ser el de siempre, pero, a veces uno explota. Perra Vida.

26 junio 2006
 
Fuegos.

Se sentía asqueado. La noche anterior se había alargado más de la cuenta, a las cuatro de la madrugada no encontró un taxi tan fácilmente como hubiera pretendido. Jodido San Juan.

Mientras se duchaba miro su rejol de pulsera, era de plástico, de los que encuentars en una gasolinera por menos de dos mil pelas, era efímero, como todo de lo que se rodeaba. Pasaban veinte minutos de medio día, eso quería decir que no había dormido más de seis horas, empezaba a entender su dolor de cabeza.

Intentó poner orden en su cabeza con el chorro de agua helada cayéndole por la espalda. Estaba seguro de que no había nadie en casa, recordaba que su compañero de piso le había dicho el día anterior que se iría a casa de la novia, los padres se habían largado de fin de semana. Intentó visualizar la nevera, la había abierto a las seis y media, al llegar a casa, se había conformado con beber un trago de zumo industrial... ahora deseaba traer a la memoria la imagen de la nevera, tendría algo que comer? estaba casi seguro de que no, mierda.

Cerró el agua y salió, desnudo, del baño, en el pasillo encontró sus vaqueros y una camiseta, al pisarlos maldijo en voz alta. Arena. Odiaba pisar arena, y mucho más dentro de su casa. Chutó la ropa hasta su habitación, donde la amontonó en la misma esquina en la que estaba toda la ropa de la semana anterior.

Abrió el armario, era un pandemonium, Dante estaría orgulloso de él. Mientras se rascaba la espalda, notando que aún tenía restos de espuma, miró por la ventana, cielo grisaceo, qué novedad...

No entendía demasiado bien qué le había llevado a hacer todo aquello. Se tumbó en la cama y encendió la radio, U2, genial, la primera alegría del día. Vibró el móvil encima de la mesilla de noche, lo agarró con los ojos cerrados, abrió un ojo y vio que la llamada era de sus padres. Lo volvió a dejar en la mesilla de noche. No quería discutir.

Bien, se dijo, ha pasado un año exacto, veamos qué me ha preparado hoy Dios.

Se vistió de forma automática, era Jueves, estaba todo abierto y la calle atestada, hoy le apetecía pasar inadvertido, se metió en un autobus, puso el volumen del iPod al máximo, y se fue hasta un centro comercial. Era de los pocos sitios donde le darían de comer.

Media hora después tenía un menú BigMac con Cocacola y patatas grandes dentro de una bolsa de papel, entró en una librería y compró "El Ocho" de Katherine Neville. Se sentó en un banco de plástico que imitaba a un perrito caliente y, mientras Bob Marley gemía por sus altavoces, abrió la bolsa de su comida. Se sentía anónimo. Eso le reconfortaba.

Acabó de comer, salió a la calle y le pidió un cigarrillo a una chica que estaba allí fumando, lo hizo sin quitarse los cascos de los oidos, con lo que la chica simplemente se lo tendió sin decirle nada. Anduvo siete metros, apoyó su espalda contra el capó de un Opel Astra y se prendió el cigarrillo.

Empezó a pensar en la noche anterior. Había pagado el doble de lo que le había costado su comida para que un taxista le llevase hasta la playa, una vez allí, y cuando anocheció, hizo un hoyo en la arena, sacó tres periódicos antiguos, los arrugó y les prendió fuego, llevaba en la mochila cerca de diez kilos de papel, así que tería para mucho tiempo. También de la mochila sacó una botella de ron, un litro de cola y un vaso, le daba igual que no estuviera frio. Abrió la cartera y sacó un pequeño trozo de costo, no tenía para más de tres porros, pero habría bastante, tenía que haberlo. Empezó a fumar con su tercera copa, era la una, no sabía a qué hora se daría por sadisfecho.

Mirando al mar, sólo en varias centenas de metros, empezó a pensar en la misma noche, hacía un año, la noche de San Juan, aquella noche la había pasado rodeado de gente, riendo, bebiendo y fumando, pero, en aquella ocasión se sentía igual de vacio que ahora.

Volvió en sí cuando se dio cuenta de que el dueño del Astra se acercaba llave en mano, tiró la colilla y se encaminó, de nuevo, al centro comercial. Se sentó en una cafetería y abrió "El Ocho", ojeó las primeras líneas, pero no pudo leer, seguía pensando en anoche, en la noche de hacía un año, en tantas noches.

Estaba en Bristol, una ciudad universitaría al suroeste de Ingalterra, hacía casi nueve meses que estaba allí, sonrió, sacó un boli de su mochila y escribió en la contraportada del libro.

"Regalad este libro a cambio de una sonrisa, vale exactamente eso."

Se acabó el café, se levantó oyendo a Bob Marley y dejando, tras de sí, el puto libro. Estaba feliz.

22 junio 2006
 
Interrogantes.

La mayoría de problemas con los que nos podemos topar, o, más a menudo, crear, a lo largo de nuestra vida tienen una fácil y rapidísima solución, pero, para encontarla hay que saber hacerte la pregunta correcta.

En cuanto esa pregunta hace "click" en tu cabeza, la respuesta es tan clara que te da verguenza no haberlo visto antes, y, con la respuesta, viene, de regalo, la solución al problema...

Pese a que cada problema tiene su pregunta distintiva asociada, hay preguntas comunes que siempre deberíamos plantearnos, la primera y fundamental es "¿Por qué he decidido que todo esto vale la pena?", no es más que una derivada del tipico "¿Qué es lo que realmente quiero?".

Esta pregunta es como el jabón, elimina la mitad de las manchas... Si el problema no "sale" con esa pregunta estamos relativamente jodidos...

Otra de las claves, pero esta requiere echarle muchos cojones al asunto es "¿A qué temo?" o dicho de otro modo, "¿Cuánto tiempo estaré jodido si las cosas salen mal?". Bien, si te entra la risa al contestarte a eso, olvidate del problema...

Esta mañana me he despertado y, mientras meaba (bendito destino), he encontrado la pregunta que me ha solucionado la vida, y la verdad es que es cojonudo que algo así pase... Ha sido algo rollo místico, ya que, esto que estoy escribiendo yo ya lo sabía y lo había tratado de poner en práctica, pero, al no ser ninguna de las dos preguntas anteriores las que me valían, estaba yéndome a tomar por el culo...

Bueno, esto es todo. Y no, la pregunta que me he hecho no os la cuento, ale, suerte, cuidaos.


21 junio 2006
 
Bang.

Me duele la cabeza y dentro de media hora he de estar en la otra punta de Valencia, pese a todo necesito teclear. Creo que estoy espeso, así que no se muy bien que va a salir de aquí.

Hoy he hablado con mi Rubia Platino, quería saber de ella y la he llamado. Las cosas están jodidas, mejor dicho, no están, y, por eso mismo, están jodidas. Me he pasado la vida actuando como se me cantase de la polla sin pensar jamás en lo que la gente pudiera opinar de mi. Esta vez intenté pensar por ella, y la he jodido.

No quiero sonar victimista ni lastimero, pero cuando haces las cosas mal sueles parecer una de esas dos cosas. "Oh, pobrecito, qué mal lo está psando!" Suena a comentario de peli de Meg Ryan y eso me toca las pelotas de sobremanera.

La vida funciona de forma empírica, eso es una verdad como un templo y siempre lo he defendido, y ahora más que nunca, así que, al menos, que os sirva de ejemplo todo esto. Pensar por alguien, mal. Decir lo que siente y cómo lo sientes en cada momento, bien. Es fácil de cojones, verdad?

Con el resto del cuento, los "y si", las consecuencias, cómo esté yo a partir de ahora, las horas muertas... con todo eso podeís hacer una hoguera y meterle fuego el viernes que viene, no vale para una mierda.

Ah! he descubierto algo, el día que el Detective le pegó el tiro a la Rubia Platino de la canción de Sabina estoy seguro de que ese tiro lo oyeron a tres o cuatro manzanas, y, también estoy seguro de que en ese momento había diez o doce detectives appuntando a otras tantas rubias, y, efectivamente, ninguno de ellos disparó tras oir el disparo, todos guardaron sus pistolas y fueron a preparar el desayuno. Todos.

15 junio 2006
 
Deberes.

El caso de la rubia platino. Es una canción de Sabina. Probablemente tiene la mejor letra que se haya escrito jamás, con un transfondo de esos que te encojen los cojones hasta reducirlos a pasas... Recomiendo que la escucheis, la entendais, la leais... lo único que no recomiendo es que la vivais...

Cuenta un cuento que quiero contar...

A un tipo, detective, le piden que se carge a la Rubia Platino. El tipo dice que sí, que vale, que de acuerdo, que él es el hombre... Chico conoce a chica y se va todo a tomar por el culo, el detective se cuelga, decide traicionar la mano que le da de comer... Se fuga con la Rubia, que pasa a ser morena... no tiene demasiado claro por qué, pero es lo que le pide el cuerpo...

Al tiempo, el detective, le pega un tiro a la Rubia, hace lo que le dijeron que hiciera, la quería, la quiere y la querrá, nadie podrá nunca poner eso en duda, pero la sacrifica, se destroza la vida eliminando lo único que le importaba. Por qué?

Por qué hacemos ese tipo de cosas? por qué decidimos que, salga cara o cruz, la moneda ha de caer de canto? Es el deber lo que nos impulsa a actuar como perfectos gilipollas? Gilipollas de órdago. No creo que sea el deber, pero, entonces, por qué el detective de Sabina aprieta el gatillo?

Ojalá no lo descubraís nunca, de hacerlo decídmelo, y os invito a una cerveza.

08 junio 2006
 
Ángulos.

Hace un par de meses me dejaron una Reflex. Sí. Son esas cámaras de fotos que salen en CSI. Sí. Esas que tienen un objetivo del grosor de la tranca de Nacho Vidal. La idea, de forma intuitiva, es que, para enfocar, has de girar a un lado o a otro el objetivo. Fácil. No.

Imaginad las vías de un tren. Paralelas. Pensad en qué ocurriría si se cruzasen, al margen de los doscientos doce muertos de turno. En ese punto es donde cascas el "click" y te sale, bien enfocada, la foto. Ganas el Pulitzer y te haces famoso, luego una playmate te la chupa y listos.

El problema es cuando la foto sale desenfocada; en realidad no sale desenfocada, simplemente sale enfocada en un punto distinto al que tú, pobre mortal, pretendes. Las vías del tren. Una fotografía tomada con una cámara Reflex se enfoca en un punto, el torneo va de hacer coincidir ese punto con lo que tú, pobre mortal, quieres fotografiar... la foto no está mal hecha, está hecha a algo que no pretendías hacérsela. De este modo puedes llevarte grandes sorpresas al revelarlas...

Somos como una cámara Reflex. Pretendemos algo, a veces, las menos, lo logramos, hacemos la puta foto perfecta que enmarcamos y enseñamos a los colegas; otras, las más, no lo logramos, y creamos, sin pretenderlo, una parodia de la realdiad, algo desenfocado que no podemos, ni queremos, tirar a la basura, porque en nuestro, es parte de nosotros, lo hemos creado, mal creado, y sabemos que no podemos deprendernos de ello. Esas fotografías las guardas en una caja, usualmente debajo de la cama.

Más de una vez alguno de los que leen este rincón olvidado de la red me ha criticado (siempre de forma anónima, olé sus cojones) por creerme poseedor de la verdad absoluta, no pretendo dar lecciones, escribo lo que pienso, y en este caso pienso que, dos personas, jamás enfocan sus cámaras Reflex en el mismo punto del horizonte; aún cuando pongan todo su empeño en ello.

Tampoco es normal que uno haga la foto perfecta y sea el otro, el de su lado, el que la joda por unos metros, la mayoría de las veces es cosa de los dos, uno se queda corto, el otro se pasa por poco. Hay tantas realidades como puntos de vista. El blanco es negro con gafas de sol.

Un día, con sus carretes cargados, los dos van a una tienda de revelado. "Hola, qué hay, me sacas estos dos carretes, por favor". Media hora después estás en una cafetería, con alguien a tu lado y dos paquetes de fotos relativamente idénticas y practicamente distintas y, mientras mueves la cucharilla dentro del café, has de entender que tus fotos no son una puta maravilla y las otras una mierda, has de enetender que son esas dos fotos, esos dos puntos de vista, esas dos camaras, las que capturan dos realdiades que vosotros, nosotros, los dos de turno que hay en toda historia cotidiana, las que, juntas, capturan una sola realidad. La única que vale la pena.

Es en ese momento, cafetería que apesta a tabaco, café derramado, dos sobres llenos de fotos mal hechas, dos personas mirándose a los ojos rodeadas de gente... es en ese momento cuando, si alguien tomase una foto desde la calle, enfocando a traves de la ventana, obtendría la instantánea perfecta, la que le daría el Pulitzer, la que le haría famoso y por la cual una playmate se la chuparía...


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